Un músculo en un chip: hacia la medicina personalizada
“Músculo en un chip” es un proyecto del Institute for Bioengineering of Catalonia (IBEC) enmarcado en el programa Faster Future, que busca acelerar la investigación de proyectos que se encuentran en una etapa de desarrollo avanzada para que puedan llegar antes a hospitales y pacientes. En este caso, el objetivo es que el músculo en un chip pueda ayudar a pacientes con Distrofia Muscular miotónica, DM1, una enfermedad neuromuscular rara que afecta a 1 de cada 8.000 adultos en España y que causa debilidad y pérdida de masa muscular progresiva. En la actualidad no existe cura.
El proyecto consiste en crear músculo esquelético funcional a partir de células del propio paciente e incorporarlo en un chip con biosensores capaces de medir su comportamiento (como el consumo de glucosa). Además de monitorizar la evolución del paciente de forma personalizada, la plataforma permitirá probar diferentes fármacos en condiciones muy similares a las del organismo.
Hablamos de evaluar tratamientos de forma más eficaz, menos invasiva, y sin testear en animales. Un paso enorme en la medicina personalizada. Para conocer mejor la historia de esta idea hablamos con Javier Ramón, el líder del proyecto.
¿Cuál es tu historia con el proyecto? ¿De dónde viene la idea?
Viene de lejos. Estuve trabajando en Japón con nuevos biomateriales para encapsular células de músculo esquelético y su posterior estimulación eléctrica. Cuando volví a España, seguí evolucionando el trabajo y contacté con investigadores clínicos para poder introducir células humanas. Cuando presenté la tecnología entendimos que era importante probar con células de personas sanas, pero todavía lo era más usar las de pacientes con algún tipo de distrofia muscular. Ahí empezó todo.
La bioingeniería al servicio de las personas. ¿Y has tenido contacto con pacientes directamente?
Sí, siempre es importante saber para quién trabajas, y nosotros, los científicos de centros de investigación como el IBEC, trabajamos para la sociedad. Tener contacto con pacientes es indispensable y enriquecedor. Las necesidades reales son las que mueven de verdad la investigación y los recursos.
¿Y en qué punto está exactamente el proyecto?
El chip con el modelo de músculo de ratón ya está listo; la publicación saldrá en breve. Ahora estamos integrando el modelo humano a partir de células de la piel transdiferenciadas. Aunque es difícil tener una fecha, pensamos que el año que viene obtendremos los primeros resultados. Y paralelamente estamos en contacto con grupos clínicos que están desarrollando los nuevos tratamientos que probaremos en este modelo de músculo humano.
¿Esta tecnología puede aplicarse a otras patologías humanas o investigaciones?
Sí, y tanto, ahora mismo, tenemos líneas de investigación en páncreas e hígado con la misma idea básica en mente. Es como tener biopsias de los pacientes de forma ilimitada, sin tener que someterlos a cirugía, para probar tratamientos de una forma mucho más cercana al paciente, y sin usar animales.
¿Estamos entonces en el inicio de una medicina de precisión o avanzada?
La medicina personalizada es el camino lógico en el que la medicina tiene que avanzar. Cada persona es diferente, y un tratamiento que es válido para un paciente puede ser incluso contraproducente para otro, simplemente porque tiene algún condicionamiento genético que ignoramos. La bioingeniería es la herramienta que nos permite avanzar en este nuevo camino de medicina personalizada, y va a ser clave en el futuro.
En la Fundación Caja de Ingenieros somos conscientes de que no hay progreso sin investigación. Por ello, este proyecto es una alianza clave tanto en nuestro compromiso con la excelencia profesional en la ingeniería como en la construcción de una sociedad más justa y con igualdad de oportunidades.