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Mujeres ingenieras

17.07.2019
La desigualdad de género en ciencias y tecnología plantea una necesidad urgente: incorporar el talento femenino a un sector clave para la sociedad, y con los perfiles más demandados en el futuro. La Real Academia de Ingeniería (RAI) trabaja para este objetivo con el proyecto “Mujer e Ingeniería”. Para conocer su impacto, hablamos con dos mujeres que forman parte de esta comunidad: Mercedes Oliver y Andrea Grande de Dios.
Mercedes Oliver (mentora) y Andrea Grande de Dios (mentee)

Aunque la mayoría de estudiantes universitarios son mujeres (54 %), en Ingeniería y Arquitectura encontramos solo un 25 %, y el porcentaje cae hasta un 12 % en carreras como Ingeniería Informática. “Mujer e Ingeniería” tiene como misión cambiar esta situación por diferentes vías: desde acciones para despertar vocaciones entre niñas y adolescentes en áreas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) hasta visibilizar a las mujeres ingenieras alentándolas a asumir puestos de responsabilidad y convertirse en líderes tecnológicas.

Mentoring: una palanca para las oportunidades

Mercedes y Andrea son ingenieras aeronáuticas y se conocieron en el programa de mentoring de “Mujer e Ingeniería”, destinado a apoyar a las estudiantes de Ingeniería con referentes reales y cercanas. Mercedes, con más de 30 años de experiencia en el sector, fue mentora de Andrea cuando esta estaba finalizando un máster especializado en integración de sistemas.

Mercedes utiliza el símil de la palanca -muy ingenieril- para describir la función de la mentoría: “Con un pequeño esfuerzo amplificas la capacidad de la persona que acompañas. No se trata de dar respuestas, sino de ayudar a hacerse las preguntas correctas y orientar para que lleguen a su propia solución”.

En la teoría, puede parecer que la mentee (la persona acompañada) es la única beneficiada, por los consejos y las herramientas que recibe, pero en la práctica la mentora se enriquece igual o más con la experiencia. “Mi primer año como mentora me pilló inmersa en una promoción en mi carrera. Admiré en mi mentee lo claro que tenía su desarrollo profesional, y eso me sirvió para abordar el mío”, explica Mercedes.

Para ella, como mentora, uno de los principales beneficios es reconocer el propio potencial, lo cual puede ayudar a optar a más oportunidades: “Las mujeres tendemos a exigirnos cumplir el 95 99 % de los requisitos de un puesto para aplicar, si no, ni lo intentamos”. Por ello, además de transmitir a sus mentees la necesidad de buscar más la visibilidad y las oportunidades, recomienda también a todas las mujeres ingenieras unirse al mentoring. La experiencia siempre es un grado para aportar valor a otra persona, y el empoderamiento es mutuo.

De hecho, Andrea, la mentee, ya había participado en el programa anteriormente como mentora de otras dos chicas estudiantes de primeros años de carrera. En este rol, sus mentees también la hicieron valorarse y coger más confianza. “Al reflexionar en voz alta, es quizás cuando te das cuenta de que estás consiguiendo tus objetivos”, comenta Andrea.

Como mentee, Andrea también considera clave en su desarrollo profesional haber sido mentorizada por Mercedes. Curiosamente, antes de empezar oficialmente el mentoring, ella tenía que abordar una entrevista de trabajo en Airbus. Mercedes primero la ayudó a preparar la entrevista y, después de conseguir el puesto, a integrarse en su nuevo equipo. A día de hoy, ambas siguen participando en el programa apoyando a estudiantes de Ingeniería con herramientas, consejos y pasión.

Promover el interés en ciencias y tecnología

Entre las principales razones de la baja representación de mujeres en la Ingeniería están los estereotipos de género, así como la falta de referentes femeninos. Y para combatir estas causas estructurales es necesario actuar desde la base: la educación. “Mujer e Ingeniería” también fomenta el interés por la tecnología y la investigación con programas como TECHMI, un reto dirigido a niñas y niños en el que deben identificar un problema social y darle solución a través de la creación de un prototipo o robot.

La vertiente social aquí no es trivial: los datos demuestran que de las mujeres en carreras de STEM, la mayoría eligen Ciencias de la Salud, e incluso dentro de las técnicas, Bioingeniería es la preferida. En las mujeres, ayudar a la sociedad es un elemento motivador; por ello, comunicar el impacto real de la Ingeniería en la vida de las personas es esencial para generar vocaciones y no perder la representación femenina en un sector transformador.

“Considero que los ingenieros nos vendemos muy mal. La sociedad no sabe lo que hacemos realmente, solo piensa que nos dedicamos a «cosas difíciles» y que tenemos que estudiar mucho durante la carrera, por lo que este tipo de programas me parecen imprescindibles para romper estos mitos y estereotipos, especialmente en edades tempranas”, explica Andrea.

Cerrar la brecha de género en tecnología es una carrera de fondo, y aunque la situación no ha cambiado mucho en veinte años -desde los años de universidad de Mercedes a Andrea-, sí lo ha hecho la concienciación y las acciones en marcha para la paridad. Para la Fundación Caja de Ingenieros, colaborar con “Mujer e Ingeniería” es clave no solo por la promoción de la Ingeniería, sino también por nuestro compromiso con la igualdad de oportunidades en la sociedad.

 

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